Una intervencion sabatina al ritmo de Morodo y Feliciano..

Como todo buen sabado que me quedo en stgo, me levanto, hago un poco de stretching, me lavo los dientes y quedo desocupado. La falta de novia, y la firme determinacion de no estudiar los fines de semana hacen que tenga un dia completo de soledad para desperdiciar escribiendo poemas metafisicos y mirando el techo.

Por lo general cuando no se queda mi hermano, salgo a pasear por museos, cines, parques, iglesias, librerias, hasta que se oscurece... Ese era mi panorama el sabado recien pasado que me encontraba solo, pero un amigo personal que se encontraba en circunstancias ociosas similares paso a mi departamento a almorzar.

Afortunadamente le pedi que me trajera los discos de los viejitos que iban a tocan en el festival de dancehall (wenisimos todos, mansos raggamuffin) que se iba a realizar el domingo en el Arena Santiago. Nos comimos unos tallarines escuchando a Morodo, y luego de escuchar al Principe Jahcobo (sin comentarios) hasta que nos dio puntadas y jugar un par de winnings, dijimos que estaba bien tirarse las pelotas, pero habia que salir de la casa si o si...

Salimos desafiando el frio y caminamos y caminamos.... no hicimos ninguna pelotudez salvo, entrar al Centro Cultural Moneda y descubrir sitios magazinescos como un buffet que salia $2000, con derecho a comer hasta quedar ciego. (en la semana iremos a comer ahi con el mismo fc con el que descubri el local... si muero, diganle que la amaba por favor)


Como el par de weones realmente no tenia nada, pero nada que hacer seguimos juntos hasta la noche. En eso llego mi hermano, que necesitaba con urgencia un par de camarografos para registrar una intervencion que tenia que hacer en la calle... Mi hermano hacia los preparativos llenando pelotas de pinpon con pinturas de colores, y nosotros escuchabamos a Feliciano mientras tomabamos unas cervezas particularmente espumosas.

Wenisimo... armados con camaras y mascarillas salimos a la calle, y grabamos como explotaban las pelotas de pinpon llenas de pinturas colorientas cuando los autos pasaban por encima.... bueno, eso con la correspondiente cagada que quedaba en la calle y en el auto.

Quizas fue un dia bastante patanezco y no pasara a la historia por prolifico, pero por lo menos ayudamos a mi bro en su intervencion y durante mucho mucho rato gozamos escuchando a Morodo y al maestro Feliciano.